Recientemente, nuestra hija Jenna viajó a Indonesia con Foundation 4Life® para la apertura de dos centros pre-escolares. Ella quedó muy conmovida por sus experiencias. A continuación encontrarán una expresión de sus pensamientos y sentimientos en sus propias palabras.
Después de llegar a Indonesia, más propiamente Java Occidental, viajamos en un empinado sendero polvoriento donde ningún autobús o vehículo más grande que una motocicleta debería tratar de maniobrar. A medida que ascendíamos, me sorprendió ver pequeñas chozas y casuchas construidas a la orilla del sendero. Sentí tal respeto y asombro por las personas que construyen sus casuchas en el medio de la selva.
Los aldeanos nos recibieron con gritos de alegría, tiernas sonrisas y alborozo. Los niños estaban de pie bajo la lluvia, descalzos, sin camisas dándonos la bienvenida. La gente había preparado comida, comida que quizás era todo lo que tenían para comer durante toda una semana.
Nos mostraron el nuevo edificio que Foundation 4Life ayudó a construir. Era un área del tamaño de una habitación, hecho de cañas de bambú tejidas muy tupido con paredes vacías, con excepción de pequeños cuadros dibujados por los niños. Cuando fui maestra, mi clase tenía artículos escolares, cuadros, adornos, plantas y pupitres.
El patio de recreo sólo tenía un balancín, unas cuantas cajas de madera y una piedra grande. En mi antigua escuela, teníamos un hermoso patio de recreo con una cancha de fútbol, otra de kickball, columpios, toboganes, trepadores y mucho más.
Hago fumigar mi casa cada mes para exterminar las arañas del tamaño de una moneda de 10 centavos. Esta gente comparte sus patios con arañas del tamaño de mi rostro. Ellos trabajan todos los días solo para poner comida (muy poca comida) en sus mesas. A veces me da flojera manejar para ir a la tienda y comprar comida preparada.
Mi regreso a casa fue muy duro. Tan solo descansar en mi enorme cama y reclinar mi cabeza en mi almohada caliente, me avergüenza. Mi refrigerador está lleno. Tengo agua limpia, caliente o fría. Tengo un automóvil, ropa y toda clase de bienes materiales que suman más de lo que ellos pueden tener en toda su vida. Me siento bendecida en maneras que solamente yo puedo comprender cuando me encuentro de rodeada aquellos que son desafortunados.
Extraño ver los rostros de la gente que conocí en mis aventuras. Para mí, ellos no solo representan un nombre o unas cuantas fotografías, pero son personas que verdaderamente existen. Cuando estuve con ellos, la vida me parecío muy sencilla, feliz y completa. Esta gente tan humilde, tan valiosa me ha cambiado la vida y ha colmado mi vida de bendiciones, más de lo que ellos se pueden imaginar. Esta época del año, estoy muy agradecida por haber tenido la oportunidad de recordar lo que realmente significa estar agradecida, ser amable y humilde.
Después de llegar a Indonesia, más propiamente Java Occidental, viajamos en un empinado sendero polvoriento donde ningún autobús o vehículo más grande que una motocicleta debería tratar de maniobrar. A medida que ascendíamos, me sorprendió ver pequeñas chozas y casuchas construidas a la orilla del sendero. Sentí tal respeto y asombro por las personas que construyen sus casuchas en el medio de la selva.
Los aldeanos nos recibieron con gritos de alegría, tiernas sonrisas y alborozo. Los niños estaban de pie bajo la lluvia, descalzos, sin camisas dándonos la bienvenida. La gente había preparado comida, comida que quizás era todo lo que tenían para comer durante toda una semana.
Nos mostraron el nuevo edificio que Foundation 4Life ayudó a construir. Era un área del tamaño de una habitación, hecho de cañas de bambú tejidas muy tupido con paredes vacías, con excepción de pequeños cuadros dibujados por los niños. Cuando fui maestra, mi clase tenía artículos escolares, cuadros, adornos, plantas y pupitres.
El patio de recreo sólo tenía un balancín, unas cuantas cajas de madera y una piedra grande. En mi antigua escuela, teníamos un hermoso patio de recreo con una cancha de fútbol, otra de kickball, columpios, toboganes, trepadores y mucho más.
Hago fumigar mi casa cada mes para exterminar las arañas del tamaño de una moneda de 10 centavos. Esta gente comparte sus patios con arañas del tamaño de mi rostro. Ellos trabajan todos los días solo para poner comida (muy poca comida) en sus mesas. A veces me da flojera manejar para ir a la tienda y comprar comida preparada.
Mi regreso a casa fue muy duro. Tan solo descansar en mi enorme cama y reclinar mi cabeza en mi almohada caliente, me avergüenza. Mi refrigerador está lleno. Tengo agua limpia, caliente o fría. Tengo un automóvil, ropa y toda clase de bienes materiales que suman más de lo que ellos pueden tener en toda su vida. Me siento bendecida en maneras que solamente yo puedo comprender cuando me encuentro de rodeada aquellos que son desafortunados.
Extraño ver los rostros de la gente que conocí en mis aventuras. Para mí, ellos no solo representan un nombre o unas cuantas fotografías, pero son personas que verdaderamente existen. Cuando estuve con ellos, la vida me parecío muy sencilla, feliz y completa. Esta gente tan humilde, tan valiosa me ha cambiado la vida y ha colmado mi vida de bendiciones, más de lo que ellos se pueden imaginar. Esta época del año, estoy muy agradecida por haber tenido la oportunidad de recordar lo que realmente significa estar agradecida, ser amable y humilde.
Jenna posa con algunas encantadoras mujeres en una aldea en Indonesia.
Algunos niños juegan en su humilde patio de recreo.